¿En la discusión sobre la Copa, razón y pasión precisan estar
divorciadas? Es posible conciliar el pensamiento crítico y el sentimiento
emocionado?
Marcelo Weishaupt Proni
Una parte influyente de la gran prensa en Brasil ha conducido el debate
sobre la Copa a partir de una visión de mundo maniqueísta, establecendo
dos polos en torno de los cuales todos los lectores, oyentes o
espectadores deben posicionarse: o a) es un evento inmaculado, capaz de
despertar los mejores sentimientos en las personas y cuya realización trae una
serie de benefícios para el País – por tanto, es un privilegio que debe
ser recibido sin reservas; o b) es un evento oscuro, controlado por una
institución corrupta que impone exigencias disparatadas, marcado por
propaganda engañosa y gasto irresponsable de dinero público –
por tanto, es una cuenta que pagan los contribuyentes.
Esa
manera simplista de colocar la cuestión – oponiendo argumentos retirados de
una interpretación estilizada de los hechos y separando la opinión pública
entre aquellos que se declaran totalmente a favor de la Copa y aquellos que
asumen una postura absolutamente contraria al evento – pone en duda la
intención de los formadores de opinión. En algunos casos, queda en segundo
plano el respeto a la diversidad de opiniones – fundamento del debate
público que debería animar a las democracias modernas –, predominando la
manipulación de las discusiones para direccionar la insatisfacción de amplias
parcelas de la población.
El origen de todo el
mal entendido sobre el legado economico de la Copa del Mundo puede ser
encontrada en la estrategia adoptada por la FIFA para difundir la idea de que
vale la pena dar sede al torneo. Principalmente, cuando la entidad decidió
volver a realizar la Copa en países en desarrollo, que no cuentan
con la infraestructura necesaria. Y necesitan probar que el
país se compromete a realizar las inversiones requeridas, lo que implica
destinar billones de dólares para viabilizar el megaevento.
La Copa es un negócio altamente
lucrativo. Por lo tanto, es esencial la garantía
de los gobiernos nacionales de que todas las exigencias serán cumplidas, incluyendo el compromiso de que ningún imprevisto va
amenazar su realización y que todos los intereses comerciales involucrados serán preservados.
Por ello, cuál es la razón de argumentar
que la Copa es un buen negocio para el país que hospeda el torneo? Una
evaluación basada en el cálculo “costo - benefício” – o sea, en una
racionalidad estrictamente economica y en una ética utilitária – tiende a
restringir los terminos del debate. .
Hay otros argumentos más convincentes para
legitimar el esfuerzo deliberado de obtener ese “privilégio”, por lo menos en
países donde la población tienen pasión por el fútbol. Es verdad que la Copa
podría propiciar un “legado intangible” bastante positivo, en Brasil,
en términos de know-how en las áreas de turismo y arquitetura, de ampliación
de relaciones culturales con otras naciones, de fortalecimiento del autoestima
del pueblo brasilero, entre otros.
Desde el año pasado, diferentes
segmentos sociales han cuestionado el modo como fueron realizadass las inversiones públicas destinadas a alcanzar el patron de calidad
exigido por la FIFA, delante de la precária situación del transporte público y de la calidad
de laa escuelas y hospitales en las ciudades-sede. Las manifestaciones
de la calle amenazan hacer erocionar una parte del legado esperado por las
autoridades gubernamentales. Y, al contradecir el discurso articulado por la
entidad, reforzan las denúncias de que los dirigentes de la FIFA se
preocupan apenas en defender sus propios intereses.
El debate sobre el
significado de la Copa y sus legados han contribuído para un aprendizado
social importante: sobre la delimitación de una línea divisoria entre los
intereses particulares y los intereses coletivos; sobre las formas de
colaboracióno entre el sector privado y el sector público; y sobre la diferencia
entre la legitimidad de las políticas gubernamentales y la evaluación de sus
resultados.
Es necesario aprovechar la
oportunidad para establecer foros apropiados para un debate
democrático y constructivo. Al mismo tiempo, disfrutar la experiencia única
que solo un megaevento deportivo proporciona.
En la discusión
sobre la Copa, ¿razón y pasión precisan estar divorciadas? ¿Es posible
conciliar el pensamiento crítico y el sentimiento emocionado? Evitar el
maniqueísmo ayuda a examinar los hechos con detenimiento. Percibir que la Copa
no podría resolver los graves problemas sociales ayuda a hacer barra sin
culpa para que nuestra selección se campeone.
Ver versión original: http://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Politica/Voce-esta-a-favor-ou-contra-a-Copa-do-Mundo-/4/31127
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