GUERRA AVISADA NO MATA SOLDADO ¿Y A LA MILITANCIA REVOLUCIONARIA? LOS PELIGROS DE UN DISCURSO DE PAZ. Por Comunidad de Investigación Social para la Seguridad Popular para el periódico Politik No 16





Cuando las águilas se arrastren, cuando no se hable por hablar, cuando no existan oprimidos, entonces, le cantaré a la paz.
Alí Primera.

Si vis pacem para bellum.

En la entrega anterior explicábamos que la delincuencia era una de las “patas de la mesa” de guerra no convencional (GnC) instalada en Venezuela por los intereses nacionales de derecha y el imperialismo (fundamentalmente EUA-OTAN). Se señalaba que sólo con medidas revolucionarias, construidas con visión marxista y desde el pueblo organizado, podría darse una respuesta real y efectiva.

Dentro de esta estrategia contra el pueblo bolivariano, se utilizan nuestras debilidades como la dependencia monoproductiva, la delincuencia y corrupción; piezas que se han engranado entre si, cual reloj de ingeniería nazi, traduciéndose en bachaqueo, contrabando de extracción, lavado de dinero y mercado paralelo de divisas, controlado por paramilitares y bandas delictivas, coordinados por la ultraderecha, con la anuencia de los cuerpos de seguridad y funcionarios públicos, ya sea por conveniente “ceguera” o por una suerte de “autismo ideológico” que les lleva a creer que con el dinero sangriento de la corrupción podrán garantizarse un lugar seguro en la guerra en ciernes o, peor aún, que el enemigo de clase respetará algún tipo de acuerdo.

Recientemente hemos sido testigos de una oleada de asesinatos con alto nivel de violencia y simbolismo paramilitar, propios de las zonas de guerra más bestiales. El vil homicidio y posterior calcinación de la jefa de la UBCh de la Cota 905 viene a engrosar las cifras de asesinatos selectivos con motivaciones políticas que desde mediados del 2014 han venido ocurriendo en el país (con Chávez existieron casos y graves, pero hoy se profundizan). No debemos olvidar el caso de Pérez Venta con descuartizamiento por “pasada de mano” incluido. Podríamos extendernos mencionando casos de revolucionarios y líderes sociales caídos en zonas campesinas, como las múltiples bajas denunciadas por el Frente Campesino Ezequiel Zamora, otras por viejas prácticas policiales propias de la IV república y algunas más que pasan por ataques del hampa común.

Contrario a lo esperado, luego de las guarimbas de 2014, el discurso oficial ha sido transversalizado por la noción de que somos un territorio de paz, el cual tratar de llamar ineficazmente a la “calma y la cordura”, siendo altamente nocivo, pues al no corresponderse a la realidad concreta, debilita la imagen gubernamental ante un pueblo que se siente cada vez más vulnerable y desconectado con las autoridades. Con este discurso pareciese que se intenta ocultar la realidad con la esperanza de evitar una confrontación civil fratricida (situación por la cual trabajan arduamente los enemigos de la Revolución y amantes orgasmados por la intervención), la cual no es atacada por el Gobierno con la contundencia, inteligencia y acompañamiento popular necesario. 


Las guerras no convencionales son igual que un virus o un cáncer: no se ven los síntomas sino hasta que esta muy avanzada, parecen no ser tal porque no hay soldados, tanques ni aviones, pero es la expresión más avanzada de la lucha de clases.


Casos específicos y modus operandi.
Recientemente Elizabeth Aguilera (Ubch/Cota 905/28-06-16) fue víctima de las bandas delictivas paramilitarizadas (BDP), en una zona donde ya ha actuado al menos en dos ocasiones la OLP. Asesinada y calcinada en la vía pública, aparentemente por ser denunciante de la actuación de tales grupos, su caso no sólo clasifica como feminicidio, asesinato premeditado y alevoso, sino claramente político. Recordemos que la mujer ha jugado un papel primordial en el Proceso Bolivariano, al ser sujeto activo de poder y ahora un objetivo militar, en esta GnC, sin importar que los ejecutores sean conscientes o no de su aporte en la estrategia imperialista. 
Pero ésto no es aislado, en 2015 dos mujeres relacionadas al poder popular, fueron víctimas en zonas del oeste de la capital. Maritza Sánchez (Barrio Tricolor/Cota 905/17-09) y Yesenia de la Luz Contreras (Cemap/San Agustín/4-09) fueron objeto de sicariato. Ambas con liderazgo político en la zona y representantes del proceso revolucionario. También el caso de Yeimy Gómez Gil (Consejo Comunal/Guatire/17-04-16) asesinada por la BDP de la zona por negarse a cederles el control de la distribución de los alimentos subsidiados. Éstos son claros ejemplos de la problemática que vivimos, no sólo por el alto nivel de violencia, sino por el simbolismo paraco de la acción y la orientación político-económica del delito.
Vale recordar los casos de Fritz Saint Louis (activista político/Valles del Tuy/27-03-16), el de César Vera (MRT Táchira/Ureña/24-03-16), el del Capitán de fragata Francisco Bello (Cmte. Guardacostas/Punto Fijo/28-03-16), el General (R) GNB Jorge González Arreaza asesinado enfrentando a sus agresores (Caucagua/02-04-2016), el Mayor General (R, Ej) Félix Velásquez, muerto por sicarios vinculados a policías de Chacao (Santa Mónica/28-05-16). Todos estos casos tienen elementos en común que nos permitirán evidenciar su verdadera naturaleza: a) en su mayoría son representantes del Estado, sus instituciones y el Proceso Bolivariano; b) algunos fueron personas autocríticas con el proceso, honestas y ejemplares moralmente y c) los espacios geográficos e instituciones donde hacían vida las víctimas son objetivos neurálgicos dentro de la táctica de la guerra irregular urbana (GIU).
Otro elemento de interés es la asimetría en las acciones. Donde la oposición controla niveles del Estado (gobernaciones o alcaldías) y base social establecida, estos grupos irregulares operan con mayor organicidad y estructura, ejecutando crímenes más “limpios y profesionales”, con gran logística y evidenciando un claro control social por medio del terror.
Recordemos la brutal masacre de Mapiripan, en Colombia, donde los paramilitares declararon que entre sus motivaciones estaban enseñar a la población quién mandaba y qué pasaría si no obedecían. Este mismo proceso de condicionamiento social, pareciese expandirse en zonas no tradicionales de presencia paramilitar, con el objetivo de “ejemplificar” y “marcar territorio”, tal como observamos en zonas de Caracas, Guatire, sur de Valencia, sureste de Aragua, regiones campesinas de Guárico, Apure y Lara, donde actúan BDP que están construyendo su hegemonía.
Ante este escenario, es urgente dar un reimpulso del Poder Popular para afrontar la Guerra Irregular Urbana, la cual trataremos de profundizar en la próxima entrega.

Comentarios

Publicar un comentario