La Delincuencia y La Desestabilización Contra el Pueblo Bolivariano. Comunidad de Investigación Social para la Seguridad Popular.



Venezuela hoy es blanco de una forma de agresión muy elaborada, cuya finalidad es que no sea caracterizada fácilmente. Si analizamos con ojo crítico las recientes intervenciones en Libia y Siria —principalmente— podríamos evidenciar cómo aprovechan las debilidades estructurales e históricas a favor de los intereses del imperialismo. Es así como las diferencias tribales, étnicas y de nacionalidad fueron factor fundamental para generar la ruptura del tejido social en esos países. En nuestro caso, las debilidades estructurales son la economía rentista, la corrupción, el burocratismo y la delincuencia.
En éste último problema centramos nuestra atención, pues a partir del 2015, la delincuencia ha dado un salto cualitativo preocupante, que responde a la estrategia de desestabilización del proceso bolivariano. Este análisis difiere en intencionalidad respecto al que han venido realizando la variedad de ONG sobre el por qué del auge delictivo, estas, con el afán de afectar la estabilidad han exagerado las cifras y situaciones en materia de seguridad, acompañados por un coro mediático que promueve el fascismo. 
Igualmente y como parte de la estrategia del Departamento de Estado se ha venido generando un proceso artificial de lumpenización por medio de la agresión económico-financiera y la distorsión psicológica y manipulación mediática, con el objetivo de diezmar la capacidad de resistencia del Pueblo Bolivariano, tales condiciones hacen del factor delictivo un espacio valioso para su uso en la agresión.
Así emerge una nueva delincuencia entre la ceguera ideológica de los encargados de la seguridad pública y la debilidad de un Estado deficiente heredado de la IV República débilmente transformado. Éste escalamiento y sus nuevas características sólo se entiende geopolíticamente; nivel de organización, prácticas propias del paramilitarismo colombiano y una mejora sustancial en las tácticas utilizadas, alertan sobre lo que consideramos la última arista de un plan de “formateo” de la sociedad para reinstalar el neoliberalismo.
A partir del año pasado se dan las condiciones propicias para acelerar este intervencionismo; la caída de los precios del petróleo y las derrotas electorales de procesos avanzados en Latinoamérica, confluyen con los efectos del fenómeno el niño
, sumados a la agresión financiera y alimentaria, y la posible derrota en Siria, son elementos que se complementan con la delincuencia.
La complejidad de la situación hace muy difícil la caracterización precisa de una guerra construida para no ser evidente, por ello tenemos la obligación de no olvidar como en intervenciones anteriores el factor delictivo ha sido fundamental para el logro de sus intereses, así tenemos el papel de las bandas delictivas en Centroamérica, el narcotráfico en Afganistán y contrabandistas en Iraq, Siria y Libia, todos estos convertidos gracias al adiestramiento de la OTAN en ejércitos mercenarios.
La migración de las técnicas y el sentido común paramilitarista a territorio venezolano, no es casual, una parte es producto de la recomposición del mercado interno de la seguridad en Colombia, lo que enfrento a paracos con las EMP enquistadas en las bases estadounidenses y la fuerzas del “orden” principalmente y otra es la exportación intencional de los peores mercenarios y sicarios. Grupos que han visto en el mercado venezolano un terreno sin “anticuerpos” que puedan combatir la enfermedad del paramilitarismo. Por ello vemos el auge de fenómenos como el control territorial y aumento del pie de fuerza, descuartizamientos, cobro de impuestos y demás expresiones atípicas. 
El accionar se complementa por la constante infiltración de un conjunto de ONG que con el formato de “observatorios”, han posicionado matrices de opinión disfrazadas de análisis académicos que distorsionan y magnifican el problema delictivo y a su vez se han aprovechado de políticas públicas como los “corredores de paz” para aproximarse a las bandas, influenciarlas y financiarlas, e igual en el ámbito carcelero donde cooptaron a “principales” carcelarios, sirviéndoles de puentes con otras organizaciones delictivas, nacionales e internacionales. No es casual que en las áreas que “investigan” sean en las que ha habido problemas ampliamente mediatizados, como el caso de las cárceles y minería en Bolívar
.
De no tomar medidas urgentes, populares y revolucionarias, el escenario es cuesta arriba, pues si bien la MUD en apariencia apunta a un referéndum revocatorio, el imperialismo ha demostrado jugar solo para sus intereses, que son la caotización y balcanización de la región. Por ello debemos tener en cuenta todas las posibilidades al momento de planear estrategias a mediano plazo, ya que no es casual el aumento de tropas yanquis en Colombia por ejemplo, ni lo son tampoco la conjunción de los elementos que hemos señalado superficialmente.
La pregunta obligada es ¿Qué hacer? Inicialmente el rango de acción menos radical que tenemos los sectores populares organizados y movimientos sociales es reducido, en parte por la genealogía ideológica de los CSP, que los limita para enfrentar el problema.
 Por otro lado debemos luchar por que los espacios en materia de seguridad que permiten la participación de las comunidades organizadas sean aplicados.
Y es que medidas como las OLP, han sido insuficientes, al igual que muchos de los planes previos. Esa limitación se nota cuando se subestima elementos como el sistema de UPDF
 por parte de los CSP
 que prefieren la opción de aumentar el nivel de fuerza como respuesta a la situación delictiva, que en realidad es la respuesta que espera y requiere el agresor. A pesar de los avances en la materia de seguridad ciudadana, no hemos inyectado la revolución en los CSP. 
Por ello invitamos a dos ejercicios metodológicos para abrir el debate; estudiar la experiencia de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias del estado de Guerrero, México, con más de una década de actividad y la forma como el imperialismo se aprovechó del estado obsoleto en el que se encontraba el ejército Sirio para preparar a los mercenarios del DAESH y la recomposición de éste, que gracias a los aliados sirios ha logrado el debilitamiento de los mercenarios. El poder popular debe dejar de ser un discurso, el Pueblo consciente ha respondido en momentos difíciles, pero hace falta que la vanguardia política y los sectores organizados superen el “rentismo ideológico” que algunos nos dificulta accionar sin la participación estatal. Solo el pueblo salva al pueblo. 

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